Un Riesgo Geológico Inducido (RGI) es aquel que no tiene por completo su origen en la geodinámica externa o interna. Es decir, que para que se dé, se han tenido que producir actividades humanas que lo crean, lo desencadenan o bien, lo empeoran.
Como bien definimos en nuestra sección ¿qué es el riesgo?, el riesgo implica que se produzca algún daño o pérdida económico. Pero, ¿cuándo se cruza la línea en que un proceso natural pasa a convertirse en catástrofe o desastre? ¿cuándo hemos dejado de aprovechar lo que los fenómenos naturales nos ofrecen?
Por ejemplo, en el antiguo Egipto se convivía con las inundaciones, es más, difícilmente se podía vivir sin las periódicas inundaciones del río Nilo. Ahora se han implantado diques en muchos tramos de su recorrido y se han construido grandes presas para poder controlar el río.
En muchos casos, estas ‘protecciones’ creadas por la mano humana producen un efecto contrario al esperado.
Una de las razones por las que los fenómenos naturales se transforman en desastres es por una alta vulnerabilidad de la población, asociada o no, a temas socioeconómicos. Las actividades humanas aumentarán o disminuirán la vulnerabilidad de la sociedad ya que, como decíamos al principio, éstas acciones pueden inducir al origen de un riesgo geológico.
Aquí, solo algunos ejemplos de RGI:
– Activación de arcillas expansivas por exceso de riego –> Movimientos y hundimientos del terreno.
– Deforestación –> Aumentará la peligrosidad de un movimiento de ladera o de un alud. La vegetación actúa como barrera.
– Construcción de espigones y diques en las costas –> Cambio en la dinámica litoral (acumulaciones de sedimentos, erosión…)
– Modificaciones del curso natural de un río –> Puede producir que zonas que antes no se inundaban si lo hagan, que en algunas zonas la inundación pueda ser peor de lo que cabría esperar… etc.